¿Qué siente un niño superdotado?

¿Qué siente un niño superdotado?

No resulta tan ingenuo preguntarse qué siente un niño superdotado, es decir con alto coeficiente intelectual. En general, estos niños presentan una gran distancia entre su desarrollo intelectual y su desarrollo afectivo.

Características de los chicos superdotados

En este sentido, desde el ámbito afectivo los niños y jóvenes con altas capacidades intelectuales se caracterizan por aspectos como los siguientes:

  • Son muy abiertos, generalmente extrovertidos, con mucha energía. En ocasiones pueden manifestar hiperactividad.
  • Presentan un nivel valorativo, ético y moral muy profundo y con un gran sentido de justicia. Por eso critican y se ven afectados por las noticias o casos en los que se evidencia maltrato, inequidad, insolidaridad o injusticia. En ese sentido, también manifiestan gran sensibilidad.
  • Se sienten muy plenos con chicos o personas de mayor edad o con aquellos que tienen un intelecto alto, pues sienten afinidad, gran empatía y vinculación. Eso explica por qué no son felices con los chicos de su misma edad. Dado que con ellos no sienten empatía, tienden a ser solitarios, a aislarse, lo cual puede generar tristeza, soledad y hasta estados de depresión.
  • Les gusta aprender por su propia cuenta (autodidactas). Por eso, cuando los aprendizajes son impuestos, los desajusta y desmotiva.
  • Son muy perfeccionistas, por lo que tienden a fijarse mucho en los detalles y a autocorregirse permanentemente. Se exigen mucho a sí mismo.
  • Tienen bajo nivel de frustración. Esto significa que no están dispuestos a fallar o a no alcanzar las metas que se proponen. No toleran el fracaso. Se observa, entre otros, en los juegos, donde les cuesta mucho perder; en las discusiones o debates sufren si no tienen la razón; cuando se les hace una promesa y o se les cumple, reaccionan con ira.
  • Presentan inflexibilidad mental. Esta es una de las condiciones que más afecta su salud mental y su contexto socioafectivo, pues tienden a tener actitudes muy rígidas en prácticamente todos los ámbitos de su cotidianidad. Por eso, no aceptan con facilidad que se les cambie de planes de manera inesperada; esperan que todo se haga como ellos quieren; si no se les aborda con argumentos contundentes y tranquilos, no aceptan consejos y no cambian de idea. De ahí que los padres los califiquen como tercos. Por lo general, tienen una conducta inflexible porque están creciendo en un ambiente familiar inflexible y controlador. Es decir, están copiando el modelo.
  • Algunos manifiestan unos niveles de ansiedad muy altos, debido a que no se sienten integrados emocionalmente ni escuchados o comprendidos desde su condición de inteligencia; además, por la presión que sienten, pues en algunos casos son “adultizados”, dado que se les exige en exceso.
  • Por lo general, sienten muchos miedos, entre otras razones por la necesidad que tienen de que todo sea perfecto y porque sus niveles de autoexigencia son muy elevados. Esto redunda en su temor a fracasar.
  • En algunos casos, pueden presentar estados de ánimo ciclotímicos, es decir, pasar de un estado en el que se observan muy plenos a otro de tristeza o de estallido de cólera.
  • Sienten gran impaciencia cuando les repiten varias veces una instrucción o una determinada información.
  • Dado que la velocidad de sus pensamientos es mayor a otras habilidades, suele suceder que no les guste escribir o que sus apuntes sean desordenados. Esto, en contextos escolares rígidos les acarrea problemas, pues para muchos docentes es más importante la letra bonita y el cuaderno ordenado que la apropiación de conceptos y el desarrollo de competencias.
  • Debido a que se apasionan por determinados temas, tienden a profundizar a tal punto que llegan a manejar un altísimo grado de información que, en algunos casos supera lo que el mismo docente domina. Esto puede acarrearle problemas si se trata de un docente con baja autoestima porque entran en conflicto con el estudiante.
  • En ocasiones, se les dificulta acatar la autoridad; sobre todo cuando observan que dicha autoridad actúa parcialmente. Esto los indigna y los lleva al desacatamiento.
  • Muestran altos grados de impaciencia frente a contextos aparentemente tranquilos para los demás. El constante deseo por aprender junto a un alto nivel de creatividad, en ocasiones, les impide llevar una experiencia escolar placentera, pues no logran soportar las largas jornadas escolares, caracterizadas por la rutina. Ellos suelen sentirse más a gusto en un ambiente creativo en el que el aprendizaje se da por medio de discusiones y acercamientos prácticos a los conceptos. Así pues, al someter a un niño creativo a un modelo educativo basado en la memoria se le condena a perder el interés por el aprendizaje, lo que se termina manifestando, por ejemplo, en falta de atención en el salón de clases.

Adicionalmente, algunos pueden presentar fallas en la integración neurosensorial. Esto significa que tienen una gran sensibilidad en su desarrollo táctil, gustativo, olfativo y auditivo. Se aprecia en casos como:

  • El rechazo a ciertos alimentos por su textura, por ejemplo, los que son pegajosos.
  • La incomodidad que sienten por las marquillas de las prendas, las costuras de los calcetines, las prendas de texturas bruscas.
  • La percepción de olores que normalmente otras personas no sienten; esto les puede causar incomodidad o malestar.
  • El fastidio que sienten por ciertos ruidos, por ejemplo, los chirridos del cuchillo sobre el plato, al momento de cortar un alimento.

Esta alta sensibilidad sensorial puede desestabilizarlos y alterar su sistema nervioso, por lo que se irritan con facilidad o los distrae. Muchas veces, en el contexto de clases esta sensibilidad los lleva a no poder prestar atención.

Martha Lucina Hernández,
creadora de Pedagogía Sana.

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